En esta bitácora personal, un poco de todo aquello que me define. Impresiones, expresiones, descompresiones. CF, fantasía, terror. Música. Vida. Y otras yerbas...

sábado, 26 de mayo de 2012

El reto de los treinta libros: día 24 - Uno que no le prestaría a nadie

Yo presto todos mis libros. Sin problema. Será porque no tengo -ni me interesa tener- algún ejemplar lujoso, algún incunable. Prefiero comprar libros usados, o ejemplares de saldos. Y no por tacañería, sino porque creo que un libro usado, un libro viejo, tiene más para decir. Tiene historia, aparte de la historia que contiene. Una historia adosada. La de las manos que tocaron sus hojas. La de las lágrimas que tal vez lo mojaron, ahora absorbidas por el entramado del papel, prisioneras para siempre. La del señalador abandonado, o la del boleto de colectivo que se usó como tal en algún viaje interminable (cuando había boletos en el transporte público). La del envoltorio de golosina, o de la flor disecada, que aún espera en vano salir de su prensa de letras para adornar alguna carta de amor. Y también están a veces las anotaciones al margen, en lápiz: fechas, recordatorios, números de teléfono, citas... Todas señales de una historia entre libro y lector. Me gusta coleccionar esas historias que apenas pueden vislumbrarse.

Una historia de ésas: a mis  veinte años, en mi primer trabajo, un amigo me prestó un libro de su hermano, muy apreciado por éste. Se trataba del ensayo en inglés sobre Los Caprichos de Goya, de Editorial Dover, con comentarios de Philip Hofer, un volumen de muy buena edición, con los 80 dibujos del genial pintor, y -al parecer, pues no soy un gran lector en inglés- un sesudo estudio de la obra. 

El libro se me perdió. Estuve dos semanas buscándolo por toda la casa, sin resultado. Y había llegado a creer que lo había extraviado en el colectivo. Pasó un mes y mi compañero de trabajo me preguntó qué me había parecido, y me pidió, que, si lo había terminado de leer, se lo devolviera, pues su hermano lo necesitaba. Casi se me paró el corazón. No recuerdo qué excusa usé, pero la cuestión es que zafé.

Después de un tiempo, de manera completamente insólita, apareció en la biblioteca de mi casa de la infancia. ¿Cómo? No lo sé, aún hoy. Cuando lo devolví a mi amigo, como respuesta a su pregunta "¿Qué te pareció?" dije toda la verdad: que lo había perdido, que no supe qué hacer mientras tanto, y que, finalmente apareció de manera inesperada.

Lo más irreal fue su reacción. No se enojó. Sólo se río, y dijo:

-No te preocupes, este libro siempre hace lo mismo. Es un libro andariego. A mi hermano se le pierde cada dos por tres y vuelve siempre.

Juro que no estoy haciendo ficción al escribir esto. Así fueron las cosas. Misterio para los Ghosts Hunters de SyFy. O se trata de uno de los libros viajeros del tiempo de "Fábulas invernales", de Carlos Gardini.

La verdad es que, si poseyera ese libro, no se lo prestaría a nadie. Más bien lo sujetaría a la biblioteca.

jueves, 29 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 23 - Uno que te gustaría volver a leer en tu vejez

La consigna de hoy es sorprendente porque uno inmediatamente se pregunta si hay momentos más propicios que otros para leer un libro. O, en este caso, para releerlo. Ahora bien, cuando uno se propone releer, puede ocurrir que lo que antes había sido la mejor lectura de tu vida ahora sea -en el mejor de los casos- un libro trivial. O incluso peor: un bodrio. Es el riesgo de la relectura. Vamos cambiando. Como personas, y por ende, como lectores. Y los libros también cambian. Ganan popularidad, O no. Se hacen obsoletos, o permanecen vigentes. Es la magia de la literatura: está viva. Y, como en todo vínculo entre entes, la conexión azarosa entre lector y autor -a través del libro/puente- sufre avatares.

Todo esto me sirve para decir que no sabría con precisión qué me gustaría leer de viejito. Sí sé que me gustaría llegar a viejito muy lector, lo que equivale a decir sano y lúcido, y lleno aún de ganas por la maravilla, sin haber gastado del todo la capacidad de asombro. Gran desafío.

Mejor aún. Me gustaría llegar muy escritor. Estamos trabajando para eso.

Ya pasado el preámbulo, creo que hay un libro que me gustaría volver a leer de viejo: "Cuerpodivino", de Theodore Sturgeon. Sé de sobra que a todos los admiradores de Sturgeon -entre los cuales me cuento-, esta novela póstuma de Ted les parece detestable, por sensiblera, por soft porno, por la temática... Lo sé. Pero a mí "Godbody" me gustó muchísmo, porque propone una visión del cristianismo más próxima a la original; porque no es pacato, sino que -sin quedarse en la mera pornografía- recobra el aspecto divino del sexo; porque uno de los ejes de la historia es la redención, pero la redención que la persona elige por iniciativa propia, porque descubre qué le conviene, y opta por lo mejor.

Y también me parece más que interesante el modelo de Cristo que propone Sturgeon. Y la técnica narrativa de la novela, en la que se usan con  pericia distintos puntos de vista para relatar los mismos sucesos.

De la historia, no voy a contar nada. Descúbranla ustedes. O quédense con la versión de la mayoría de los críticos. Yo creo que es un libro "cambiavidas".

martes, 27 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 22 - Uno de poemas (no valen antologías)

Yo no soy un gran lector de poesía. He descubierto que, en muchos sentidos, me es más fácil escribir poemas que narrativa, lo cual me enoja. Pero sí sé que soy mejor lector de narrativa que de poesía.

Sin embargo hay un libro de poemas que me encanta, uno  que resalta en el recuerdo de los pocos que he leído, los cuales son una recopilación de la obra de Alfonsina Storni; un libro de poemas de Conrado Nalé Roxlo (cuyo título no recuerdo); "Cancionero y romancero de ausencias", de Miguel Hernández; y el libro que nos ocupa hoy: "Guitarra negra", de Luis Alberto Spinetta, un artista que es pilar de la historia del rock argentino. Una leyenda viva.

Se trata de un libro un poco difícil de conseguir, pues se hizo una escasa edición en 1977, nada más. Huelga decir que no fue popular para nada, pues basta ver la lírica de las canciones del Flaco para darse cuenta que no estamos frente a un artista del mainstream. "Guitarra negra" es un libro que mezcla en sus versos el surrealismo, la prosa poética y el arte del aforismo, una especie única de aforismo. No ese aforismo autoayudesco (perdón por el neologismo cacofónico), o didáctico. Mucho menos el aforismo a la Narosky. Estamos hablando de un aforismo profundo y, por momentos, casi desconcertante. Y es obvia la influencia de Antonin Artaud. De hecho los poemas incluidos fueron recopilados desde la época en que Pescado Rabioso (una de las más célebres bandas de rock formadas por el Flaco), grababa su último álbum: "Artaud".

¿Cómo llegó a mis manos? De forma insólita. La mamá de mi primera novia lo tenía arrumbado por ahí, y mientras yo ayudaba a ordenar un galpón viejo, lo encontré. Estoy casi seguro que intenté convencerla de que me lo regalara, pero seguro que no lo logré, porque recuerdo que lo hice fotocopiar y encuadernar por un amigo que también lo quería. Y también sé que luego lo presté, y que nunca más volvió a mis manos.

Pero les dejo el link de un blog donde podemos hallar "Guitarra negra", el libro completo.

De todos modos, voy a citar algunos versos pertenecientes a poemas distintos, versos seleccionados, los cuales me parecen de otro mundo. Qué lindo escribe el Flaco:


"Toma tus terráqueas y ásperas sogas
y despréndete humildemente de tu trono."

"Pero la atrofiada mandíbula…
Estamos atrofiados por demás.
Aun si no tuviéramos bocas
estaríamos comiendo carne apenas con los párpados."

"Con los roperos,
viviendo con los roperos,
aprendió a saludar
con ruido de puerta."

"El hombre que camina y no sabe lo que busca
se ha declarado arena
y podría sentirse sol entre las algas y los ripios."


Y ahora les transcribo dos poemas que me parecen los más hermosos del libro:


"Enumeramos ahora ciertas cosas:
CUERPO, CIELO, PALABRA y ACTO.

Cuerpo es el sinfín, donde experimentamos cada sensación por separado,
corno granos de arena y cada sensación en su totalidad, como arena.

Cielo es el punto al que nuestra vista identifica
más velozmente, por cubrirlo todo.

Palabra es la cara de la voz y es el sitio intermedio
entre el cuerpo y el cielo.

Acto fue el de los hombres que, al verse atrapados
en el paraíso, intentaron escapar del cielo."

 
"LA MUJER

Una mujer
desde otra tarde,
salpicada por un profundo espejo.

Tirada en el abismo
con sus menstruos carmín
depositados en el limo natural
con la precisión de besos.

Una damisela realmente celeste.
Vestidos de espuma dilatados,
corsés rosa,
adornos y teñidos.

Una mujer con collares
con ojos manuscritos
con pezones labiales y suaves
con sombreros de pétalos tan claros.

Una mujer dada a su propio mundo,
mundo que la deglute
y que te da los rayos.

Le da canastos con frutas e hijos,
miembros que la deshacen
y la vuelven a hacer nacer.
Barriletes en azoteas,
ligustros blancos.

Una mujer transportada es un misterio.
Donde rozan sus pies dialogan flores
y aparecen sangres."


Bueno. Basta, porque si sigo voy a transcribir todo el poemario. Lo recomiendo con todo mi entusiasmo.

El reto de los treinta libros: día 21 - Uno de cuentos (no valen antologías)


Para la consigna del día 21, mucho libros llegaron a la final: "Crónicas marcianas", de Ray Bradbury, "Artificios", de Borges; y "El amor es un número imaginario", de Roger Zelazny. Pero hoy elijo a Alejo Carpentier, y sus tres cuentos largos editados por Alianza Cien en "Guerra del tiempo", un librito que me pareció muy bonito, muy entretenido, y, como si fuera poco todo esto, también me resultó muy profundo. Los tres relatos son: en primer lugar el famoso "Viaje a la semilla"; luego "Semejante a la noche", (el que más me gustó); y por ùltimo "El camino de Santiago". "Guerra del tiempo" se editó originalmente en 1958.

Al cubano Carpentier se lo inscribe en el realismo mágico,  y se lo compara con García Márquez, aunque muchos difieren, habiendo inventado otras etiquetas para definir su estilo barroco y exuberante. Lo cierto es que a mí no me interesa dónde debe ir colocada la obra de Carpentier. A mí me gusta y punto.

Los tres relatos de este libro muestran sendas variaciones del discurrir del tiempo. En "Viaje a la semilla" tenemos la regresión de los sucesos, hasta el vientre materno. En "Semejante a la noche" vemos saltos de tiempo, en los cuales la semejanza une distintos acontecimientos en la vida del protagonista, aunque entre ellos medien cientos de años desde el punto de vista histórico. Así el protagonista, un marinero a punto de zarpar, siempre parece estar varado en el momento previo a la partida. Magistral. Y en "El camino de Santigo" -el cual es el cuento más elaborado del terceto, en el que el escritor cubano hace gala de una enorme cantidad de conocimientos históricos y geográficos-, la variante es la del tiempo cíclico, unido al entrecruzamiento de los sistemas espaciales (Viejo Mundo y Nuevo Mundo), encarnado en el mismo personaje una y otra vez, Juan, que posee cuatro apellidos distintos, según la etapa del ciclo que atraviesa, y del cual es una especie de víctima.

La complejidad de las tramas históricas y de los puntos de vista va en aumento a medida que se avanza de un cuento a otro. Y cabe destacar la lucidez de Carpentier para tejer esos mundos oníricos donde los continentes y la eras, las ciudades y los siglos, se barajan otra vez, apareándose equívocamente. Y su maestría reside en que en la nueva cosmología de cada relato no se notan las costuras; las trancisiones son apenas perceptibles. Casi podría decirse que su manía de establecer otros cursos históricos en geografías familiares pero ajenas a la vez, raya en la ambición de la ucronía. Los cuentos de este libro me recuerdan también el clima ligeramente opresivo del universo paralelo de "La trama celeste", de Bioy Casares.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 20 - Un libro que te haya sorprendido por lo malo

Hay un libro de CF que no volvería a leer nunca, porque me pareció muy malo. Me estoy refiriendo a "Mirkheim", de Poul Anderson. Lo terminé a la fuerza, para ver cuán decepcionante me resultaba al final. Y la verdad fue muy decepcionante. No recuerdo casi nada de la historia, y los personajes me parecieron de cartón, olvidables y hasta ridículos, como en el caso de Atontado, el androide de la tripulación del prota, un aventurero onda Han Solo, pero mucho más estereotipado. Y Atontado hoy me hace pensar en una burda parodia de Bender, de "Futurama"

"Mirkheim" es el nombre de un planeta que tiempo atrás fue arrasado por una supernova, y ahora es rico en metales superpesados, por los cuales algunas civilizaciones se enfrentan en un conflicto de proporciones galácticas. No hay mucho más para contar. Es como una mala puesta en escena de "Dune", despojada, mal escrita y mal actuada.

De todos modos, sobre gustos no hay nada escrito. Vi varios comentarios en la web que dicen que es la mejor novela de Anderson. Si es así, no querría leer las peores. Ahora bien, al Anderson cuentista me gusta. Lean, como muestra, "La reina del aire y la oscuridad".

Pero no lean "Mirkheim".

El reto de los treinta libros: día 19 - Un libro que te haya sorprendido por lo bueno

Sin duda, el mejor libro que leí durante este año es “Carbono alterado”, de Richard Morgan. Se trata de un policial de CF, pero muy, muy oscuro. Negro. Negrísimo. Me encantó. Supuestamente es la primera novela de este escritor escocés. Digo ‘supuestamente’, porque parece increíble que alguien se descuelgue con una ópera prima de este calibre.

En el universo de “Carbono alterado”, la humanidad llegó a la última frontera cibernética: la posibilidad de digitalizar la conciencia, de modo que la personalidad y los recuerdos pueden almacenarse en un disco rígido situado en la base del cráneo. Imaginen todo lo que se desprende de esto: la opción de emitir copias de respaldo, para seguir viviendo -casi indefinidamente-, recargándolas en clones de tu cuerpo (si es que tienes mucho dinero, claro); el hackeo de la personalidad y de los recuerdos; la posibilidad de habitar dos cuerpos a la vez, con duplicación del disco… Una locura. Hay algunas ideas expuestas por Morgan que son muy inquietantes. Por ejemplo, si tu enemigo está a tu merced, y tú quieres propinarle una tortura ejemplar, de modo que cante todo cuánto sepa, podrías, como alternativa, recurrir a la tortura virtual, un tormento que puede resultar peor que el físico. Y si no ello ni alcanza a satisfacer tu saña, suponiendo que tu némesis sea del sexo masculino, podrías migrar su conciencia a un cuerpo femenino para vejarlo reiteradas veces. Otra idea mórbida: si te aficionas a alguna clase de parafilia, bueno, ahora hay más posibilidades. Por ejemplo, insertar tu disco en el cuerpo de una mujer si eres hombre. O a la inversa. O en el de un animal, como una perra. O en el de un feroz tigre macho que está en celo. En la novela los cuerpos son verdaderos objetos de mercado, una metáfora de las tendencias que ya vemos hoy.

Y como no podía ser de otro modo, todo este marco sirve de entarimado para una sórdida trama donde la violencia, el sexo –en todas sus variantes- y las drogas más extraordinarias son moneda corriente, algo que ya se cae de maduro, después de todos los atisbos que di.

El prota es un outsider, ex-miembro de las Brigadas, una fuerza de choque interplanetaria con un adiestramiento muy feroz, Takeshi Kovacs. Y es un gran personaje. Y también lo son las mujeres que se disputan su lecho o su amor. Y su archienemiga también lo es.

La sensación que tengo es que una vez aque pasé la página nº 100, me deslicé en un tobogan hasta el fin. Hacía mucho tiempo que no leía un libro con tantas ganas, tal vez desde "Hacedor de estrellas", de Stapledon. Debo decir que muchos dicen que se trata de un refrito de lugares comunes, y que no tiene ideas originales. Pero a mi me gustó mucho igual. Gracias a Dios que ya sabemos que los críticos no son la Última Verdad.

Bueno. Eso. Si les gusta el ciberpunk lleno de sordidez, tecnología y acción violenta, lean "Carbono alterado".

viernes, 23 de septiembre de 2011

Reto de los treinta libros: día 18 - El libro que más veces leíste

Sin duda, en esta categoría va “La mano izquierda de la oscuridad”, de Úrsula K. Le Guin. Como mínimo, he leído este libro seis veces. Y de todas las lecturas salí satisfecho, cada vez más enamorado de Gueden, el mundo que ilustra con tanta poesía y precisión doña Úrsula. Creo que todos reconocen que esta novela y "Los desposeídos" son la obra cumbre de Le Guin. Las dos son maravillosas, pero a mí me gusta un poquito más "La mano izquierda...". Según mi ranking, luego de estas dos, siguen -dentro del ciclo Hainish, o sea, de la serie de novelas cuyas historias transcurren dentro del mismo universo, el del Ecumen- "El mundo de Rocannon", "El nombre del mundo es bosque""El planeta del exilio". También hay otros libros muy interesantes de Le Guin, como "Países imaginarios" y "Planos paralelos". Ahora bien, con respecto a la Saga de Terramar, me confieso un completo ignorante, tal vez porque no soy un apasionado lector de Fantasía, aunque imagino que la Fantasía de Le Guin ha de ser muy buena.

Hay muchos factores que se suman magistralmente para hacer de "La mano izquierda..." un libro inolvidable. En primer lugar, los personajes. Estoy seguro que Estraven está entre los mejores personajes de la CF del siglo XX. Por otro lado, Gueden -o Invierno, el nombre coloquial que recibe- es un mundo muy sólidamente construido desde lo literario. Hay un trabajo minucioso en la geografía, en la geopolítica, en el aspecto religioso, en la mitología, etc... que es destacable. Además, en la novela se conjugan algunas ideas muy buenas, como la del sexo de los guedenianos, que son hermafroditas latentes. Los homínidos de Gueden definen su sexo durante la época de celo, el kemmer, lo que ocurre un vez por mes. Dependiendo del predominio hormonal del entorno, el sujeto en cuestión puede transformarse en macho o en hembra, indistintamente, adaptádose así a la situación. O sea que todos pueden ser padres y madres a lo largo de sus vidas, puesto que no siempre el kemmer los lleva a asumir el mismo sexo cada vez. Imaginen el choque cultural del adelantado Gently Ai, el prota de la novela, que tiene que convencer a los gobernantes guedenianos de las ventajas de pertenecer al Ecumen, la liga de mundos de la que él es embajador. Ai es un hombre macho. Para los guedenianos alguien como él esta en kemmer permanente, persistiendo en un sólo sexo. Todo ello es la tipificación de un monstruoso pervertido sexual en Invierno.

Otra idea magistral es la del rito de la profecía de una de las religiones de Gueden, donde los oráculos son grupos de personas -entre los cuales debe haber forzosamente un perverso sexual, alguien que, mediante la ingestión de hormonas permanece anclado en el mismo sexo a lo largo del tiempo-, cuya sinergía trae la respuesta a la pregunta del interesado. Quien dirige las energías de la mancomunión profética es el tejedor. En la novela, Faxe, un tejedor, dice una de las frases que más impactaron dentro de la CF (cito de memoria, seguro que estoy parafraseando): "No se trata de conseguir la respuesta exacta, sino de preguntar correctamente. Si no, uno puede conseguir la respuesta correcta de una pregunta errónea, lo que es lo mismo que nada".

¿Qué más decir? ¿Hablar del Sarf, la policía secreta? ¿De los vívidos espisodios que atraviesa Ai dentro de la granja de detención? ¿De la cronología guedeniana, en la cual todos y cada uno de los años es el año cero? ¿De las fábulas guedenianas que Le Guin entreteje entre capítulo y capítulo? ¿Del periplo final de Estraven y Ai, cruzando el polo?

"La mano izquierda..." es un clásico que trasciende el género para hablarnos de la condición humana, poniendo sobre el tapete temas que son siempre actuales en el mundo de hoy: el nacionalismo y el chauvinismo, la discriminación sexual y étnica, la amistad y la traición, la inutilidad de señalar diferencias cuando no hay marco de referencia. Y encima su historia es muy bella, y está narrada con una pericia estilística maravillosa.

Nusud. Recomiendo enfáticamente este libro. Una y mil veces.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Reto de los treinta libros: día 17 - Un libro de este año

¿Un libro que haya salido este año? Generalmente no leo los libros apenas salen, pero hay una excepción en este 2011: "Una simple palabra", de Claudia Cortalezzi. Este es el primero de los libros del Proyecto de Ediciones Andrómeda, un interesante proyecto colaborativo que reúne a más de 100 escritores, entre los cuales me incluyo.

"Una simple palabra" es una novela corta, de prosa limpia y sencilla, que pinta secuencias vívidamente cruentas que resuenan en la cabeza de cualquier lector, y se deja leer de un tirón. Pero bajo la simpleza de la forma subyace un complejo mundo donde la realidad se disloca por momentos, dando paso a personajes muy extraños, verdaderamente extravagantes, que son los encargados de propinar sufrimiento y -a la vez- otorgar la posibilidad de redención a los protagonistas. Estos últimos  son tres, y están ligados por un hecho sangriento en el que se les propone un desafío, que, una vez implantado en sus vidas durante la infancia, los acompañará durante toda la existencia, latente. Llegado el momento clave se les demandará la resolución satisfactoria de tal desafío, y de ello dependerá el modo en el que vivirán lo que les reste de vida.

Me saco el sombrero ante la autora, porque su libro, al final, adquiere un vuelo que me hizo recordar al desenlace de "El lobo estepario", de Hesse, aún a pesar de que sé que las imposiciones editoriales la han obligado a apresurar los embates cruelmente fantásticos del climax, que no dan descanso al lector.

Recomiendo "Una simple palabra". Muy buena novela.

Todavía me debo hacerme una escapada a la dirección del Pasaje de la Garantías mencionada en el libro, un lugar dónde ocurren hechos muy raros, je, y del cual estoy a pocas cuadras. ¿Me encontraré con alguno de los diabólicos pero patéticos hombrecitos de rojo, detrás de las rejas oxidadas?

Reto de los treinta libros: día 16 - Un libro ruso... que sí hayas leído

De casualidad que no quedo en blanco con la consigna de hoy. El único libro ruso que terminé es “Lo mejor de la ciencia ficción rusa”, una antología de mediados de los sesentas. (¡Oh! ¡Qué mal lector! No he leído ninguno de los clásicos del Este, che. Ni a Tolstoi, ni a Dostoievski.) Antes de ése, había intentado leer una novela rusa de espionaje, cargada de doctrinas comunistas, (que debe ser muy interesante, supongo): “El montaje”, de Vladimir Volkoff, ya que había quedado muy entusiasmado con “El enigma romano”, de Walter E. Murphy. Pero el camarada Volkoff fue demasiado para mí.

No tengo mucho para decir de “Lo mejor de la ciencia ficción rusa”, sólo que no recuerdo cómo el libro llegó a mis manos, ni cómo se fue de ellas. También sé que el cuento de los hermanos Strugatski, "Las seis cerillas", fue el que más me gustó.

Hoy he ventilado mi deuda pendiente con la literatura rusa, amigos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 15 - Un libro que hayas amado hace años y del que hoy reniegas

No hay muchos libros de los que reniegue. En líneas generales, los que no volvería a leer son los que de entrada tampoco me impactaron mucho. Pero de casi ninguno diría que reniego. Casi. Por eso para la premisa del día 15, luego de mucho pensar, decidí elegir a Isaac Asimov y su “Preludio a la Fundación”.

¿Por qué? Bueno, convengamos en que a Asimov se lo puede leer entre los 15 y 20 años, y luego ya no, a menos que uno no se haya curtido como lector de CF con el paso de los años. O a menos que, por alguna ignota razón, uno se convierta en un fanático empedernido del Doc. Y eso que reconozco que me ha hecho vivir maravillosos momentos durante la pubertad, como lo dejo clarito en "Nueva Biblia Pantemporal", un homenajito hecho de todo corazón.

Específicamente, “Preludio…”, me pareció entretenido en su momento, no lo niego. Y el personaje de Eto Demerzel, que termina siendo ni más ni menos que el robot Daneel Olivaw, es más que bueno. Pero lo que no soporto hoy es la terca insistencia de Asimov con respecto a las reglitas de cálculo para hacer prospectiva psicohistórica, algo por demás anacrónico, terriblemente anacrónico. Y además hay otra cosa que me hace ruido con respecto de la saga de Fundación: en semejante universo, tan vasto, lleno de tantos mundos, ¿por qué no aparece una especie alienígena nunca, en ningún lugar? Eso me molesta muchísimo. Es obvio el motivo: una civilización no humana lo hubiera liado a Hari Seldon, complicándole la psicohistoria hasta niveles absurdos. ¡Ya te querría ver con las reglitas de cálculo tratando de hacer previsiones en un Imperio dónde hay robots, cientos de mundos humanos y otros tantos mundos alienígenas! Imposible.

Asimov trata de justificarse con la invención de El Mulo. Un mutante nacido en Gaia (donde todos son perfectos, así que no entiendo qué justifica la supuesta anomalía que representa él), que puede manipular las emociones, y por lo tanto, desbaratar las deducciones psicohistóricas. (Imagínense cuánto más imporedecible sería el devenir para Seldon si hubiera alienígenas.) Pero no basta. Al menos para mí. No me convence. Huelga decir que no leí ningún libro más de la serie de Fundación.

Mis disculpas a los fans del Doc, si es que herí susceptibilidades.