Ella se queja:
-Este día fue raro...
Él busca mayor precisión:
-¿Raro cómo?
-No sé. Raro.
-Todos los días son raros, sólo que la rutina no nos deja verlo -Él cree haber descubierto algo, una revelación.
-¿Crees que a toda la gente le cuesta conseguir la felicidad? ¿No será más fácil para algunos?
Él calla. El sueño aumentante le impide dilucidar esas cuestiones. Por toda respuesta la abraza.
Y ella aplaza la duda para el día siguiente, porque ahora lo único que importa es encontrar el calor bajo las frazadas y entre sus brazos. ¿Acaso la felicidad no está cifrada en este instante de búsqueda y contacto? ¿Le hará falta otra cosa?
Y se duerme después que él.
Y ella aplaza la duda para el día siguiente, porque ahora lo único que importa es encontrar el calor bajo las frazadas y entre sus brazos. ¿Acaso la felicidad no está cifrada en este instante de búsqueda y contacto? ¿Le hará falta otra cosa?
Y se duerme después que él.