En esta bitácora personal, un poco de todo aquello que me define. Impresiones, expresiones, descompresiones. CF, fantasía, terror. Música. Vida. Y otras yerbas...

jueves, 29 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 23 - Uno que te gustaría volver a leer en tu vejez

La consigna de hoy es sorprendente porque uno inmediatamente se pregunta si hay momentos más propicios que otros para leer un libro. O, en este caso, para releerlo. Ahora bien, cuando uno se propone releer, puede ocurrir que lo que antes había sido la mejor lectura de tu vida ahora sea -en el mejor de los casos- un libro trivial. O incluso peor: un bodrio. Es el riesgo de la relectura. Vamos cambiando. Como personas, y por ende, como lectores. Y los libros también cambian. Ganan popularidad, O no. Se hacen obsoletos, o permanecen vigentes. Es la magia de la literatura: está viva. Y, como en todo vínculo entre entes, la conexión azarosa entre lector y autor -a través del libro/puente- sufre avatares.

Todo esto me sirve para decir que no sabría con precisión qué me gustaría leer de viejito. Sí sé que me gustaría llegar a viejito muy lector, lo que equivale a decir sano y lúcido, y lleno aún de ganas por la maravilla, sin haber gastado del todo la capacidad de asombro. Gran desafío.

Mejor aún. Me gustaría llegar muy escritor. Estamos trabajando para eso.

Ya pasado el preámbulo, creo que hay un libro que me gustaría volver a leer de viejo: "Cuerpodivino", de Theodore Sturgeon. Sé de sobra que a todos los admiradores de Sturgeon -entre los cuales me cuento-, esta novela póstuma de Ted les parece detestable, por sensiblera, por soft porno, por la temática... Lo sé. Pero a mí "Godbody" me gustó muchísmo, porque propone una visión del cristianismo más próxima a la original; porque no es pacato, sino que -sin quedarse en la mera pornografía- recobra el aspecto divino del sexo; porque uno de los ejes de la historia es la redención, pero la redención que la persona elige por iniciativa propia, porque descubre qué le conviene, y opta por lo mejor.

Y también me parece más que interesante el modelo de Cristo que propone Sturgeon. Y la técnica narrativa de la novela, en la que se usan con  pericia distintos puntos de vista para relatar los mismos sucesos.

De la historia, no voy a contar nada. Descúbranla ustedes. O quédense con la versión de la mayoría de los críticos. Yo creo que es un libro "cambiavidas".

martes, 27 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 22 - Uno de poemas (no valen antologías)

Yo no soy un gran lector de poesía. He descubierto que, en muchos sentidos, me es más fácil escribir poemas que narrativa, lo cual me enoja. Pero sí sé que soy mejor lector de narrativa que de poesía.

Sin embargo hay un libro de poemas que me encanta, uno  que resalta en el recuerdo de los pocos que he leído, los cuales son una recopilación de la obra de Alfonsina Storni; un libro de poemas de Conrado Nalé Roxlo (cuyo título no recuerdo); "Cancionero y romancero de ausencias", de Miguel Hernández; y el libro que nos ocupa hoy: "Guitarra negra", de Luis Alberto Spinetta, un artista que es pilar de la historia del rock argentino. Una leyenda viva.

Se trata de un libro un poco difícil de conseguir, pues se hizo una escasa edición en 1977, nada más. Huelga decir que no fue popular para nada, pues basta ver la lírica de las canciones del Flaco para darse cuenta que no estamos frente a un artista del mainstream. "Guitarra negra" es un libro que mezcla en sus versos el surrealismo, la prosa poética y el arte del aforismo, una especie única de aforismo. No ese aforismo autoayudesco (perdón por el neologismo cacofónico), o didáctico. Mucho menos el aforismo a la Narosky. Estamos hablando de un aforismo profundo y, por momentos, casi desconcertante. Y es obvia la influencia de Antonin Artaud. De hecho los poemas incluidos fueron recopilados desde la época en que Pescado Rabioso (una de las más célebres bandas de rock formadas por el Flaco), grababa su último álbum: "Artaud".

¿Cómo llegó a mis manos? De forma insólita. La mamá de mi primera novia lo tenía arrumbado por ahí, y mientras yo ayudaba a ordenar un galpón viejo, lo encontré. Estoy casi seguro que intenté convencerla de que me lo regalara, pero seguro que no lo logré, porque recuerdo que lo hice fotocopiar y encuadernar por un amigo que también lo quería. Y también sé que luego lo presté, y que nunca más volvió a mis manos.

Pero les dejo el link de un blog donde podemos hallar "Guitarra negra", el libro completo.

De todos modos, voy a citar algunos versos pertenecientes a poemas distintos, versos seleccionados, los cuales me parecen de otro mundo. Qué lindo escribe el Flaco:


"Toma tus terráqueas y ásperas sogas
y despréndete humildemente de tu trono."

"Pero la atrofiada mandíbula…
Estamos atrofiados por demás.
Aun si no tuviéramos bocas
estaríamos comiendo carne apenas con los párpados."

"Con los roperos,
viviendo con los roperos,
aprendió a saludar
con ruido de puerta."

"El hombre que camina y no sabe lo que busca
se ha declarado arena
y podría sentirse sol entre las algas y los ripios."


Y ahora les transcribo dos poemas que me parecen los más hermosos del libro:


"Enumeramos ahora ciertas cosas:
CUERPO, CIELO, PALABRA y ACTO.

Cuerpo es el sinfín, donde experimentamos cada sensación por separado,
corno granos de arena y cada sensación en su totalidad, como arena.

Cielo es el punto al que nuestra vista identifica
más velozmente, por cubrirlo todo.

Palabra es la cara de la voz y es el sitio intermedio
entre el cuerpo y el cielo.

Acto fue el de los hombres que, al verse atrapados
en el paraíso, intentaron escapar del cielo."

 
"LA MUJER

Una mujer
desde otra tarde,
salpicada por un profundo espejo.

Tirada en el abismo
con sus menstruos carmín
depositados en el limo natural
con la precisión de besos.

Una damisela realmente celeste.
Vestidos de espuma dilatados,
corsés rosa,
adornos y teñidos.

Una mujer con collares
con ojos manuscritos
con pezones labiales y suaves
con sombreros de pétalos tan claros.

Una mujer dada a su propio mundo,
mundo que la deglute
y que te da los rayos.

Le da canastos con frutas e hijos,
miembros que la deshacen
y la vuelven a hacer nacer.
Barriletes en azoteas,
ligustros blancos.

Una mujer transportada es un misterio.
Donde rozan sus pies dialogan flores
y aparecen sangres."


Bueno. Basta, porque si sigo voy a transcribir todo el poemario. Lo recomiendo con todo mi entusiasmo.

El reto de los treinta libros: día 21 - Uno de cuentos (no valen antologías)


Para la consigna del día 21, mucho libros llegaron a la final: "Crónicas marcianas", de Ray Bradbury, "Artificios", de Borges; y "El amor es un número imaginario", de Roger Zelazny. Pero hoy elijo a Alejo Carpentier, y sus tres cuentos largos editados por Alianza Cien en "Guerra del tiempo", un librito que me pareció muy bonito, muy entretenido, y, como si fuera poco todo esto, también me resultó muy profundo. Los tres relatos son: en primer lugar el famoso "Viaje a la semilla"; luego "Semejante a la noche", (el que más me gustó); y por ùltimo "El camino de Santiago". "Guerra del tiempo" se editó originalmente en 1958.

Al cubano Carpentier se lo inscribe en el realismo mágico,  y se lo compara con García Márquez, aunque muchos difieren, habiendo inventado otras etiquetas para definir su estilo barroco y exuberante. Lo cierto es que a mí no me interesa dónde debe ir colocada la obra de Carpentier. A mí me gusta y punto.

Los tres relatos de este libro muestran sendas variaciones del discurrir del tiempo. En "Viaje a la semilla" tenemos la regresión de los sucesos, hasta el vientre materno. En "Semejante a la noche" vemos saltos de tiempo, en los cuales la semejanza une distintos acontecimientos en la vida del protagonista, aunque entre ellos medien cientos de años desde el punto de vista histórico. Así el protagonista, un marinero a punto de zarpar, siempre parece estar varado en el momento previo a la partida. Magistral. Y en "El camino de Santigo" -el cual es el cuento más elaborado del terceto, en el que el escritor cubano hace gala de una enorme cantidad de conocimientos históricos y geográficos-, la variante es la del tiempo cíclico, unido al entrecruzamiento de los sistemas espaciales (Viejo Mundo y Nuevo Mundo), encarnado en el mismo personaje una y otra vez, Juan, que posee cuatro apellidos distintos, según la etapa del ciclo que atraviesa, y del cual es una especie de víctima.

La complejidad de las tramas históricas y de los puntos de vista va en aumento a medida que se avanza de un cuento a otro. Y cabe destacar la lucidez de Carpentier para tejer esos mundos oníricos donde los continentes y la eras, las ciudades y los siglos, se barajan otra vez, apareándose equívocamente. Y su maestría reside en que en la nueva cosmología de cada relato no se notan las costuras; las trancisiones son apenas perceptibles. Casi podría decirse que su manía de establecer otros cursos históricos en geografías familiares pero ajenas a la vez, raya en la ambición de la ucronía. Los cuentos de este libro me recuerdan también el clima ligeramente opresivo del universo paralelo de "La trama celeste", de Bioy Casares.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 20 - Un libro que te haya sorprendido por lo malo

Hay un libro de CF que no volvería a leer nunca, porque me pareció muy malo. Me estoy refiriendo a "Mirkheim", de Poul Anderson. Lo terminé a la fuerza, para ver cuán decepcionante me resultaba al final. Y la verdad fue muy decepcionante. No recuerdo casi nada de la historia, y los personajes me parecieron de cartón, olvidables y hasta ridículos, como en el caso de Atontado, el androide de la tripulación del prota, un aventurero onda Han Solo, pero mucho más estereotipado. Y Atontado hoy me hace pensar en una burda parodia de Bender, de "Futurama"

"Mirkheim" es el nombre de un planeta que tiempo atrás fue arrasado por una supernova, y ahora es rico en metales superpesados, por los cuales algunas civilizaciones se enfrentan en un conflicto de proporciones galácticas. No hay mucho más para contar. Es como una mala puesta en escena de "Dune", despojada, mal escrita y mal actuada.

De todos modos, sobre gustos no hay nada escrito. Vi varios comentarios en la web que dicen que es la mejor novela de Anderson. Si es así, no querría leer las peores. Ahora bien, al Anderson cuentista me gusta. Lean, como muestra, "La reina del aire y la oscuridad".

Pero no lean "Mirkheim".

El reto de los treinta libros: día 19 - Un libro que te haya sorprendido por lo bueno

Sin duda, el mejor libro que leí durante este año es “Carbono alterado”, de Richard Morgan. Se trata de un policial de CF, pero muy, muy oscuro. Negro. Negrísimo. Me encantó. Supuestamente es la primera novela de este escritor escocés. Digo ‘supuestamente’, porque parece increíble que alguien se descuelgue con una ópera prima de este calibre.

En el universo de “Carbono alterado”, la humanidad llegó a la última frontera cibernética: la posibilidad de digitalizar la conciencia, de modo que la personalidad y los recuerdos pueden almacenarse en un disco rígido situado en la base del cráneo. Imaginen todo lo que se desprende de esto: la opción de emitir copias de respaldo, para seguir viviendo -casi indefinidamente-, recargándolas en clones de tu cuerpo (si es que tienes mucho dinero, claro); el hackeo de la personalidad y de los recuerdos; la posibilidad de habitar dos cuerpos a la vez, con duplicación del disco… Una locura. Hay algunas ideas expuestas por Morgan que son muy inquietantes. Por ejemplo, si tu enemigo está a tu merced, y tú quieres propinarle una tortura ejemplar, de modo que cante todo cuánto sepa, podrías, como alternativa, recurrir a la tortura virtual, un tormento que puede resultar peor que el físico. Y si no ello ni alcanza a satisfacer tu saña, suponiendo que tu némesis sea del sexo masculino, podrías migrar su conciencia a un cuerpo femenino para vejarlo reiteradas veces. Otra idea mórbida: si te aficionas a alguna clase de parafilia, bueno, ahora hay más posibilidades. Por ejemplo, insertar tu disco en el cuerpo de una mujer si eres hombre. O a la inversa. O en el de un animal, como una perra. O en el de un feroz tigre macho que está en celo. En la novela los cuerpos son verdaderos objetos de mercado, una metáfora de las tendencias que ya vemos hoy.

Y como no podía ser de otro modo, todo este marco sirve de entarimado para una sórdida trama donde la violencia, el sexo –en todas sus variantes- y las drogas más extraordinarias son moneda corriente, algo que ya se cae de maduro, después de todos los atisbos que di.

El prota es un outsider, ex-miembro de las Brigadas, una fuerza de choque interplanetaria con un adiestramiento muy feroz, Takeshi Kovacs. Y es un gran personaje. Y también lo son las mujeres que se disputan su lecho o su amor. Y su archienemiga también lo es.

La sensación que tengo es que una vez aque pasé la página nº 100, me deslicé en un tobogan hasta el fin. Hacía mucho tiempo que no leía un libro con tantas ganas, tal vez desde "Hacedor de estrellas", de Stapledon. Debo decir que muchos dicen que se trata de un refrito de lugares comunes, y que no tiene ideas originales. Pero a mi me gustó mucho igual. Gracias a Dios que ya sabemos que los críticos no son la Última Verdad.

Bueno. Eso. Si les gusta el ciberpunk lleno de sordidez, tecnología y acción violenta, lean "Carbono alterado".

viernes, 23 de septiembre de 2011

Reto de los treinta libros: día 18 - El libro que más veces leíste

Sin duda, en esta categoría va “La mano izquierda de la oscuridad”, de Úrsula K. Le Guin. Como mínimo, he leído este libro seis veces. Y de todas las lecturas salí satisfecho, cada vez más enamorado de Gueden, el mundo que ilustra con tanta poesía y precisión doña Úrsula. Creo que todos reconocen que esta novela y "Los desposeídos" son la obra cumbre de Le Guin. Las dos son maravillosas, pero a mí me gusta un poquito más "La mano izquierda...". Según mi ranking, luego de estas dos, siguen -dentro del ciclo Hainish, o sea, de la serie de novelas cuyas historias transcurren dentro del mismo universo, el del Ecumen- "El mundo de Rocannon", "El nombre del mundo es bosque""El planeta del exilio". También hay otros libros muy interesantes de Le Guin, como "Países imaginarios" y "Planos paralelos". Ahora bien, con respecto a la Saga de Terramar, me confieso un completo ignorante, tal vez porque no soy un apasionado lector de Fantasía, aunque imagino que la Fantasía de Le Guin ha de ser muy buena.

Hay muchos factores que se suman magistralmente para hacer de "La mano izquierda..." un libro inolvidable. En primer lugar, los personajes. Estoy seguro que Estraven está entre los mejores personajes de la CF del siglo XX. Por otro lado, Gueden -o Invierno, el nombre coloquial que recibe- es un mundo muy sólidamente construido desde lo literario. Hay un trabajo minucioso en la geografía, en la geopolítica, en el aspecto religioso, en la mitología, etc... que es destacable. Además, en la novela se conjugan algunas ideas muy buenas, como la del sexo de los guedenianos, que son hermafroditas latentes. Los homínidos de Gueden definen su sexo durante la época de celo, el kemmer, lo que ocurre un vez por mes. Dependiendo del predominio hormonal del entorno, el sujeto en cuestión puede transformarse en macho o en hembra, indistintamente, adaptádose así a la situación. O sea que todos pueden ser padres y madres a lo largo de sus vidas, puesto que no siempre el kemmer los lleva a asumir el mismo sexo cada vez. Imaginen el choque cultural del adelantado Gently Ai, el prota de la novela, que tiene que convencer a los gobernantes guedenianos de las ventajas de pertenecer al Ecumen, la liga de mundos de la que él es embajador. Ai es un hombre macho. Para los guedenianos alguien como él esta en kemmer permanente, persistiendo en un sólo sexo. Todo ello es la tipificación de un monstruoso pervertido sexual en Invierno.

Otra idea magistral es la del rito de la profecía de una de las religiones de Gueden, donde los oráculos son grupos de personas -entre los cuales debe haber forzosamente un perverso sexual, alguien que, mediante la ingestión de hormonas permanece anclado en el mismo sexo a lo largo del tiempo-, cuya sinergía trae la respuesta a la pregunta del interesado. Quien dirige las energías de la mancomunión profética es el tejedor. En la novela, Faxe, un tejedor, dice una de las frases que más impactaron dentro de la CF (cito de memoria, seguro que estoy parafraseando): "No se trata de conseguir la respuesta exacta, sino de preguntar correctamente. Si no, uno puede conseguir la respuesta correcta de una pregunta errónea, lo que es lo mismo que nada".

¿Qué más decir? ¿Hablar del Sarf, la policía secreta? ¿De los vívidos espisodios que atraviesa Ai dentro de la granja de detención? ¿De la cronología guedeniana, en la cual todos y cada uno de los años es el año cero? ¿De las fábulas guedenianas que Le Guin entreteje entre capítulo y capítulo? ¿Del periplo final de Estraven y Ai, cruzando el polo?

"La mano izquierda..." es un clásico que trasciende el género para hablarnos de la condición humana, poniendo sobre el tapete temas que son siempre actuales en el mundo de hoy: el nacionalismo y el chauvinismo, la discriminación sexual y étnica, la amistad y la traición, la inutilidad de señalar diferencias cuando no hay marco de referencia. Y encima su historia es muy bella, y está narrada con una pericia estilística maravillosa.

Nusud. Recomiendo enfáticamente este libro. Una y mil veces.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Reto de los treinta libros: día 17 - Un libro de este año

¿Un libro que haya salido este año? Generalmente no leo los libros apenas salen, pero hay una excepción en este 2011: "Una simple palabra", de Claudia Cortalezzi. Este es el primero de los libros del Proyecto de Ediciones Andrómeda, un interesante proyecto colaborativo que reúne a más de 100 escritores, entre los cuales me incluyo.

"Una simple palabra" es una novela corta, de prosa limpia y sencilla, que pinta secuencias vívidamente cruentas que resuenan en la cabeza de cualquier lector, y se deja leer de un tirón. Pero bajo la simpleza de la forma subyace un complejo mundo donde la realidad se disloca por momentos, dando paso a personajes muy extraños, verdaderamente extravagantes, que son los encargados de propinar sufrimiento y -a la vez- otorgar la posibilidad de redención a los protagonistas. Estos últimos  son tres, y están ligados por un hecho sangriento en el que se les propone un desafío, que, una vez implantado en sus vidas durante la infancia, los acompañará durante toda la existencia, latente. Llegado el momento clave se les demandará la resolución satisfactoria de tal desafío, y de ello dependerá el modo en el que vivirán lo que les reste de vida.

Me saco el sombrero ante la autora, porque su libro, al final, adquiere un vuelo que me hizo recordar al desenlace de "El lobo estepario", de Hesse, aún a pesar de que sé que las imposiciones editoriales la han obligado a apresurar los embates cruelmente fantásticos del climax, que no dan descanso al lector.

Recomiendo "Una simple palabra". Muy buena novela.

Todavía me debo hacerme una escapada a la dirección del Pasaje de la Garantías mencionada en el libro, un lugar dónde ocurren hechos muy raros, je, y del cual estoy a pocas cuadras. ¿Me encontraré con alguno de los diabólicos pero patéticos hombrecitos de rojo, detrás de las rejas oxidadas?

Reto de los treinta libros: día 16 - Un libro ruso... que sí hayas leído

De casualidad que no quedo en blanco con la consigna de hoy. El único libro ruso que terminé es “Lo mejor de la ciencia ficción rusa”, una antología de mediados de los sesentas. (¡Oh! ¡Qué mal lector! No he leído ninguno de los clásicos del Este, che. Ni a Tolstoi, ni a Dostoievski.) Antes de ése, había intentado leer una novela rusa de espionaje, cargada de doctrinas comunistas, (que debe ser muy interesante, supongo): “El montaje”, de Vladimir Volkoff, ya que había quedado muy entusiasmado con “El enigma romano”, de Walter E. Murphy. Pero el camarada Volkoff fue demasiado para mí.

No tengo mucho para decir de “Lo mejor de la ciencia ficción rusa”, sólo que no recuerdo cómo el libro llegó a mis manos, ni cómo se fue de ellas. También sé que el cuento de los hermanos Strugatski, "Las seis cerillas", fue el que más me gustó.

Hoy he ventilado mi deuda pendiente con la literatura rusa, amigos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 15 - Un libro que hayas amado hace años y del que hoy reniegas

No hay muchos libros de los que reniegue. En líneas generales, los que no volvería a leer son los que de entrada tampoco me impactaron mucho. Pero de casi ninguno diría que reniego. Casi. Por eso para la premisa del día 15, luego de mucho pensar, decidí elegir a Isaac Asimov y su “Preludio a la Fundación”.

¿Por qué? Bueno, convengamos en que a Asimov se lo puede leer entre los 15 y 20 años, y luego ya no, a menos que uno no se haya curtido como lector de CF con el paso de los años. O a menos que, por alguna ignota razón, uno se convierta en un fanático empedernido del Doc. Y eso que reconozco que me ha hecho vivir maravillosos momentos durante la pubertad, como lo dejo clarito en "Nueva Biblia Pantemporal", un homenajito hecho de todo corazón.

Específicamente, “Preludio…”, me pareció entretenido en su momento, no lo niego. Y el personaje de Eto Demerzel, que termina siendo ni más ni menos que el robot Daneel Olivaw, es más que bueno. Pero lo que no soporto hoy es la terca insistencia de Asimov con respecto a las reglitas de cálculo para hacer prospectiva psicohistórica, algo por demás anacrónico, terriblemente anacrónico. Y además hay otra cosa que me hace ruido con respecto de la saga de Fundación: en semejante universo, tan vasto, lleno de tantos mundos, ¿por qué no aparece una especie alienígena nunca, en ningún lugar? Eso me molesta muchísimo. Es obvio el motivo: una civilización no humana lo hubiera liado a Hari Seldon, complicándole la psicohistoria hasta niveles absurdos. ¡Ya te querría ver con las reglitas de cálculo tratando de hacer previsiones en un Imperio dónde hay robots, cientos de mundos humanos y otros tantos mundos alienígenas! Imposible.

Asimov trata de justificarse con la invención de El Mulo. Un mutante nacido en Gaia (donde todos son perfectos, así que no entiendo qué justifica la supuesta anomalía que representa él), que puede manipular las emociones, y por lo tanto, desbaratar las deducciones psicohistóricas. (Imagínense cuánto más imporedecible sería el devenir para Seldon si hubiera alienígenas.) Pero no basta. Al menos para mí. No me convence. Huelga decir que no leí ningún libro más de la serie de Fundación.

Mis disculpas a los fans del Doc, si es que herí susceptibilidades.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 14 - Un libro que hayas odiado hace años y hoy admiras

Esta consigna se me hace difícil de cumplir a rajatabla, porque casi nunca le doy segundas oportunidades a los libros que no me gustan de entrada (lo que no debe hablar muy bien de mí como lector, supongo. O sí. Vaya uno a saber...)

Pero hay un libro de ciencia ficción en mi haber que casi encaja en la premisa. Se trata de "Un caso de conciencia", de James Blish. Con Blish -escritor norteamericano de la Edad de Oro de la CF anglosajona- me pasó algo extraño. Sólo leí dos cosas de él. Un cuento largo, llamado "Siglo de pleno verano", que es absolutamente sorprendente. Un flash. Y lo segundo, la novela antes mencionada.

"Un caso de conciencia" en su momento me pareció una novela floja, casi mala. Yo venía de leer cosas como "El fin de la infancia", de Clarke y "Crónicas marcianas", de Bradbury. Y lo de Blish me pareció un fiasco.

Les cuento apretadamente de qué va la historia, así entienden mejor el por qué mi inicial rechazo. La humanidad entra en contacto con una raza de reptiles inteligentes, habitantes del planeta Litina. En este marco, el prota -un cura, el padre Ruiz-Sánchez- viaja a tal mundo, ubicado a 50 años luz de la Tierra. Descubre que los reptiles no distinguen entre el bien y el mal, y que creen en la razón pura, lo que hace que Ruiz-Sánchez se autoimponga la misión de evangelizar a la especie. Esto de por sí ya resulta molesto. Pero todo va más allá. El cura arriba a la conclusión de que una sociedad en la cual las reglas -los mandamientos- no son necesarios, porque nadie los quebranta, debe ser forzosamente una creación del diablo. Llegado a este punto, ya me parecía ridículo el intento de Blish.

Uno de los reptiles decide entregar, como muestra de buena voluntad, a uno de sus hijos, un huevo que se está desarrollando, para que sea llevado a la Tierra. (Notan el paralelismo mesiánico, ¿no?.) Cuando crece, el emisario se transforma en un agitador que conmociona a la pacata sociedad terrestre del siglo XXI. Al mismo tiempo, los científicos descubren que la corteza de Litina es rica en minerales radioactivos que podrían estimular grandemente la industria humana.

Luego el cura, cansado de las barbaridades del emisario reptiliano, opta por exorcizar a Litina. O exorcizar al universo de Litina, mejor dicho. El desenlace -que no contaré, claro- me pareció decepcionante. En él se unen, casi casualmente, la oración de Ruiz.Sánchez y la explotación del suelo de Litina.

Ahora bien. Mucho tiempo después, releí la novela de Blish. Y descubrí que el dilema moral y religioso que él se animó a introducir en su historia -nada menos que en 1958- resultaba un planteo muy interesante, sobre todo a la hora de especular sobre la ética de una especie alienígena. Más me agrada ahora, que como escritor, gusto mucho de replantear las ideas religiosas desde el laboratorio de la CF. Y también pude ver que Litina es un mundo de la CF muy acabado, con un trabajo detallista en cuanto a ecología, sociedad, geografía y hasta astronomía.

Yo no diría que odié la novela. Ni tampoco diría que luego, al releerla, la admiré. Ambas posturas son  muy extremistas. Pero sí puedo afirmar que mi vínculo con este libro tuvo una dinámica similar. Como sea, recomiendo esta obra de Blish. Hoy pienso que es una de las mejores novelas de la Edad de Oro de la CF, cuyo nivel literario es tan desparejo.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 13 - El primer libro que leíste en tu vida

Uh!!! Este ítem sí está difícil, porque no recuerdo con exactitud cuál fue el primer libro que leí. (Se ve que era olvidable...)

De chico era más bien un lector de comics, sobre todo de los de Disney, y de los de superhéroes (los de DC, editados en castellano por Editorial Novaro. Más tarde, en la adolescencia, empecé con Marvel, y me volví a asombrar...) 

También torceré la consigna de hoy, para no quedar en blanco. Pondré el primer libro que recuerdo haber leído.

En rigor, el primero que recuerdo es "Viaje al centro de la tierra", de Julio Verne, pero no cuenta, pues se trataba de una versión infantil resumida. (Sé que me dejó perplejo. De todos modos, no volví a frecuentar a Verne. Apenas alguna que otra adaptación al comic, como "20.000 leguas de viaje submarino")

Así que hoy el elegido es "La ciudad que no existía", de Philippe Ebly, un premiado escritor francófono de origen belga, famoso por sus novelas de literatura juvenil. El mencionado libro pertenece a la serie "Los conquistadores de los imposible", que consta de 21 novelas, de las cuales hay varias traducidas al castellano. En cada una de ellas, un grupo de amigos van atravesando distintas aventuras fantásticas o de ciencia ficción, plagadas de peligros y maravillas. "La ciudad que no existía" fue el primero que leí de esta serie (aunque en la saga es el octavo título). También quedé admirado con "Destino Uruapan", "El evadido del año II", "...Y los marcianos invitaron a los hombres" y "El relámpago que todo lo borraba".

El recuerdo de la trama argumental es borroso. Pero sé que la historia era atrapante. Los protas encuentran una caverna misteriosa que termina siendo la entrada a una civilización subterránea sorprendente: entre otras maravillas, en ella se usa el magma para iluminar; y unos seres enanos y peludos, producidos por clonación -similares a oseznos- que responden al nombre de Bruno, actúan como sirvientes siempre bien dispuestos. (Los ositos Bruno puden imaginarlos como híbridos entre un Umpa-Lumpa y un Ewok. O al menos yo siempre los visualicé de ese modo...)

La mejor de este recuerdo es que esos libros nunca me pertenecieron. Todos me fueron prestados, gracias a la biblioteca de 5º grado de la Deutsche Schule de Lanús Oeste, mi escuela primaria. Quien había tenido la feliz idea de la biblioteca fue mi señorita María Elena, una genial maestra. Cuando ella vio que en una semana había leído "La ciudad que no existía", me prestó los títulos antes mencionados, saltándose el cronograma de entregas.

Qué feliz se podía ser con un libro de ésos, y un par de horas para tirarse sobre el fresco suelo de mosaicos e irse a otro mundo.

El reto de los treinta libros: día 12 - Una biografía

Hace un año y medio, más o menos, mi vieja me prestó un libro que influiría radicalmente en mi ideología política, no sólo redireccionándola, sino -y sobre todo-, enriqueciéndola. Se trata de "Galimberti: de Perón a Susana; de Montoneros a la CIA", de los periodistas Marcelo Larraquy y Roberto Caballero. El libro es un trabajo de investigación impresionante, hecho mientras Rodolfo Galimberti vivía. Este polémico personaje -irritante, cuánto menos- es ineludible en la historia política argentina de los últimos cincuenta años. Hombre contradictorio y seguidor de una ética muy personal y acomodaticia, ética cuyo único fin era salir vivo de cada cinrcunstancia, y si fuera posible, bien parado también, aún cuando eso implicara renegar de los principios defendidos unos minutos antes. Fue miembro de Tacuara durante su adolescencia; fundador del JAEN; luego guerrillero devenido en Montonero, militando como cuadro inicialmente y luego como miembro de la cúpula dirigente; delegado de Perón más tarde, mientras el general permaneció exiliado en Puerta de Hierro; empresario trucho y artífice de fraudes millonarios durante la década del menemismo; lobbysta de multinacionales, coach de las fuerzas paramilitares antisionistas de Oriente Medio, y espía de la CIA, entre otras cosas.

Él fue participe del secuestro del general Aramburu, quien luego fue fusilado. De más está decir que este hecho cambió la historia del país para siempre, signando el tiempo terrible de la última dictadura militar, que se pronpodría eliminar la guerrilla. (José Pablo Feinmann, en su ensayo "Peronismo: historia de una persistencia argentina", dice que la historia argentina descansa sobte tres fusilamientos: el de Dorrego, el del general Valle y el de Aramburu.)

La lectura de la biografía de Galimberti se me hizo adictiva: en una semana y media devoré las 670 páginas. Creo que se debió a que me interesó saber qué sucedía en mi país cuando yo nací, en 1973, en plena vigencia de la guerrilla, durante el incipiente tiempo de muerte que se avecinaba. Y quise saberlo por mis propios medios. De golpe me había dado cuenta que habría bastado una nimiedad -como que mis viejos tuvieran algún libro sospechoso en su casa; o que alguien, azuzado por la tortura, hubiera chivateado sus nombres con tal de librarse de la picana-, para que yo hubiera nacido en la ESMA, o en algún otro centro de detención. O para que no hubiera nacido.

El libro abunda en detalles sobre la organización de Montoneros y el peronismo de izquierda; y da una visión bastante imparcial sobre la eterna y odiosa derecha del país, que sostiene su cipayismo, a veces solapado, a veces manifiesto. Con esta lectura, y con la del antes citado "Peronismo...", de Feinmann, siento que perdí la virginidad política. Descubrí que el país era -y había sido- otro, muy distinto del que me habían contado.

Enhorabuena. Ahora entiendo mejor la frase célebre de Bertolt Brecht: "El peor analfabeto es el analfabeto político No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".

Desde que leí la biografía que ocupa la consigna de hoy, me siento menos analfabeto.

El reto de los treinta libros: día 11 - Un libro que te haya motivado a visitar algún lugar

Bueno, en esta ocasión haré trampa (Por primera vez en el desafío, ¿eh? Que quede constancia)

Digo que haré trampa porque interpretaré la consigna a mi modo. "Que te haya motivado a visitar algún lugar" no significa necesariamente que uno haya visitado tal sitio. Basta con que el libro haya provocado el deseo de conocerlo, ¿no?

Si puedo torcer la premisa así, entonces tengo un libro que me hizo suspirar durante mi adolescencia por un país: Canadá. Más especificamente, me estoy refiriendo a la región del Lago Athabasca, y a las provincias de Alberta y Saskatchewan, uno de los sitios más hermosos de Norteamérica, según dicen los viajeros conocedores.

El libro en cuestión es "El bosque en llamas", de James Oliver Curwood, escrito en 1921. Esta novela fue mi primer libro propio, el cimiento de mi biblioteca. Me lo regalaron a los catorce años, más o menos, y viví momentos maravillosos leyéndolo y releyéndolo.

"El bosque en llamas" es una de la grandes novelas de aventuras del oeste, con una marcada influencia de Jack London. En este caso, el prota es Carrigan, sargento de la Real Policía Montada del Canadá, que busca a un prófugo de la justicia, su némesis (o eso parece hasta el desenlace): Black Roger Audemard. La historia comienza con una emboscada que intenta hacer presa de Carrigan. Y desde allí en adelante, la acción no da respiro, pero siempre está salpicada de bellísimas  y platónicas descripciones de la región, de su fauna y flora; y de sus gentes, entre las cuales se mixturan franceses, negros, indios y americanos, mostrando así un mosaico de la sociedad norteamericana del siglo XIX. El climax de la historia -en la cual Carrigan no sólo encontrará a sus más acérrimos enemigos, sino que también hallará el amor- es maravilloso. Y ojo que no estamos hablando de una novelita: son casi 250 páginas.

Se nota que Curwood, estadounidense, era un amante del lugar del mundo donde había nacido, en Michigan, la región de Los Grandes Lagos, la zona limítrofe entre Estados Unidos y Canadá. Literalmente, él hizo que me enamorara de esos lugares, descritos por él con tanta gracia y maravilla. Por eso, cuando la catástrofe se desata -un vasto incendio-, uno se muerde las uñas mientras lee, y no sólo por los personajes. Desde la primera vez que lo leí, me dije que quería conocer el Lago Athabasca y sus bosques. Algún día... Pero igual uno viaja al leer, ¿no? Benditas las imaginaciones del escritor y del lector, que trazan puentes en el espaciotiempo.

"El bosque en llamas" ha sido para mí una lectura de ésas que te marcan definitivamente. Hace un par de décadas que no lo releo. Tal vez algún día regrese a la región de Athabasca. Hace mucho que no paseo por allí.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 10 - Un libro con una pésima versión cinematográfica

Yo no lo tildaría de pésima, pero, siendo más que benévolo, diría que la versión fílmica de "Cementerio de animales", de Stephen King, es mediocre. A decir verdad, no creo haber visto una sola versión cinematográfica de las novelas de Stephen King que le haga honor, salvo la bendita excepción de "El resplandor", dirigida por mi amado Stanley Kubrik. Pero por alguna razón parece que a King le desagrada la particular interpretación de la historia que hizo Kubrik. O sea que la mejor, por lejos, de las películas que han sido inspiradas en alguno de sus libros es la que más le disgusta. Y bueno. No todo sale como uno desea.

La peli, dirigida por Mary Lambert, no está mal hecha. Es correcta. Bien actuada, con una fotografía decente, y hasta una buena banda de sonido. El único problema que tiene es que no descolla, cuando la novela es magistral, al menos según mi criterio.

Yo recuerdo que el libro (que me prestó mi maestra de Lengua y Literatura de 5º año, Santojanni, una grossa), me sacó el sueño por unas cuantas noches. Ni de día podía seguir leyendo, pero a la vez me moría de ganas por continuar. En cambio, la peli apenas me movió un pelo o dos.

Y eso es todo. No ando con muchas luces hoy, así que disculpen si esperaban más.

El reto de los treinta libros: día 9 - Un libro con una excelente versión cinematográfica

Hay varios. "La naranja mecánica" (Burgess/Kubrik); "1984" (Orwell/Radford, aunque tiene varias versiones cinematográficas, me quedo con la de éste); "Farenheit 451" (Bradbury/Truffaut); "Una mirada a la oscuridad" (Dick/Linklater); "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" (Dick/Scott); "El señor de los anillos" (Tolkien/Jackson).

Pero me quedo con "2001: una odisea del espacio", de Arthur Clarke (novela) y Stanley Kubrik (film). Hay una cuestión central en la genésis de esta obra que, para mí, es grandiosa e ineludible en la CF: guión y novela fueron escritos simultáneamente, a partir de un cuento de Clarke, "El centinela". Hecho que permitió que ambos formatos sean casi idénticos.

Poco puedo decir que ya no se haya dicho de este hito de la CF. Probablemente, el film esté entre los cinco mejores del género, y aún hoy sigue siendo tan actual como cuando se lo estrenó. Aunque no podemos afirmar lo mismo de la novela, es cierto. También hay que mencionar que, de la tetralogía literaria (2001, 2010, 2061 y 3001), la única que vale la pena es la primera. Las tres siguientes, si bien responden a muchos interrogantes planteados en la primera, son bastante decepcionantes, y se ve que sólo sirvieron a sir Arthur para seguir facturando. De todos modos me saco el sombrero: Clarke fue un gran escritor de CF, se quiera o no. No quiero olvidar la versión cinematográfica de "2010: odisea dos", de Peter Hyams, llamada "2010: el año que hicimos contacto". No es mala. Pero no me enloquece.

¿Cómo olvidarse de Hal 9000? ¿Y del ente Dave Bowman? ¿Y de la Discovery? ¿Y del Monolito? ¿Y de la escena inicial, con los homínidos y Moonwatcher? ¿Y de "Así habló Zaratustra", de Richard Strauss? Imposible.

Con la peli me pasó algo muy fuerte, desde la infancia. Mi padre fue a verla cuando se estrenó en Buenos Aires. La única peli de CF que vio en su vida. Y le gustó tanto que se compró el long play de la banda de sonido. Yo crecí oyendo maravillas de la película. Y cierto día, él sacó del sobre el preciado disco de vinilo, y lo puso en el tocadiscos Ranser. ¡Si habré pasado hipnóticas horas escuchando el terrible soundtrack de la peli, en un living a oscuras, tan sólo mirando la lucecita roja del viejo tocadiscos! Después que no digan que los padres no influyen en la formación musical de los hijos, muy psicodélica, en mi caso. Recuerdos inolvidables...

Obviamente, tengo la peli, en un par de versiones. (La debo haber visto decenas de veces.) Y la tetralogía completa. Y el soundtrack. Uno se hace fan, ¿vio?

domingo, 11 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 8 - Un libro para leer por fragmentos

Para mí, el libro ideal para leer en forna fragmentaria es la Biblia. Entiendo que muchos no compartan este gusto mío, lo cual es comprensible. Pero lo interesante de leer la Biblia (y sospecho que es lo mismo para cualquiera de los textos sagrados), es practicar eiségesis y no exégesis, (que es el método que -según se dicey enseña- debe utilizarse para desentrañar los pasajes.) Ambos conceptos se contraponen, claro. Definamos rápidamente en qué consiste cada uno, así todos sabemos de qué hablamos: la exégesis es el proceso mediante el cual un exégeta extrae el significado de un texto dado. Se supone que la exégesis pondera, por sobre todas las cosas, la objetividad. Por otro lado, la eiségesis propone una visión subjetiva: literalmente, eiségesis significa "insertar interpretaciones personales en un texto dado", lo cual habla de una supremacía de lo subjetivo.

Desde luego, la mayoría diría que un texto sagrado no debería estar sujeto a interpretaciones subjetivas. Yo opino lo contrario. Las interpretaciones objetivas son determinadas, en la mayoría de los casos, por las instituciones religiosas -de cualquier índole-, y esas interpretaciones terminan siendo directrices que buscan controlar y mantener el status quoLutero, cuando inicia la búsqueda espiritual que lo llevará a iniciar el proceso que desatará el Cisma, descubre que la Biblia es infinitamente más rica y eficaz cuando se la mira a través de la subjetividad del individuo.

Cuando uno se acerca a un texto pretendiendo ayuda espiritual, no debe hacer a un lado su estado anímico, sus dudas -que, lejos de ser enemigas de la fe, son excelentes catalizadores de ella-, su realidad, su cosmovisión. Por el contrario, un texto sagrado tiene la capacidad de reflejar -por una necesidad de identificación simbólica, de reflotar esos íconos arquetípicos y polisémicos que bullen dentro de nosotros desde que nacemos, y que traemos por herencia-, lo que nos pasa. Entiendo la eiségesis como ver lo que me sucede, lo que me pasa, y buscar qué tiene el texto sagrado para decirme al respecto. Si mi fe no habla de mi realidad, no me da respuestas o explicaciones, si no me brinda momentos de revelación -momentos de insight, diría un freudiano-, ¿para qué me sirve?

Particularmente, me gusta contrastar distintas versiones  y traducciones. (No me agrada mucho la Reina Valera, revisión 1960, que, en algunos aspectos, es muy maníquea: su traducción contiene errores que responden a las directrices que mencionaba antes, emanadas de los malditos concilios y las terribles bulas y dietas. Una muy recomendable es la Nueva Versíón Internacional, más moderna. Y una antigua, que es bastante fiel a los manuscritos originales, es La Biblia de Jerusalén.)

Un libro que recomiendo para entender con mayor claridad la necesidad de la eiségesis es "El libro de Enoch y otros evangelios apócrifos", de Daniel Jazar. Una interesante obra que recopila y exlica el surgimiento de muchos de los libros que quedaron fuera del canon. Justamente lo que llama la atención es que, en su inmensa mayoría, estos textos fueron tildados como "apócrifos" porque se escribieron por la necesidad de nueva revelación, en aras de la escasa o nula identificación del pueblo con la interpretación oficial que las instituciones hacían del Pentateuco, las cuales eran funcionales al poder de turno (como hoy sigue sucediendo.)

Para cerrar, doy un ejemplo de cómo me gusta leer la Biblia, e interpretarla:

Proverbios 22:15 dice: "La necedad está ligada en el corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él." ¿Cuántas veces se han usado las múltiples referencias que la Biblia hace de la vara para justificar el castigo físico? Una reverenda idiotez, ya que la vara, en todas y cada una de las veces que es mencionada, alude a la figura del tutor de las vides u otras plantas, el palo que era atado a sus troncos para impedir que crecieran torcidas. La sabiduría para vivir es como un tutor que uno debe dejarse colocar para no torcer el camino y así no perder tiempo.

No es lo mismo, ¿no?

jueves, 8 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 7 - Un libro divertido

Me vinieron a la mente varios libros al ver la consigna del día 7: "Job: una comedia de justicia", de Robert Heinlein (del cual escribí una reseña para Forjadores); "Universo de locos" y "Marciano, vete a casa", ambos de Fredric Brown; "Historias de cronopios y famas", de Julio Cortázar; y por último, "Trueque mental", de Robert Scheckley.

Hoy me quedo con el de Scheckley. "Trueque mental" es una novela de ciencia ficción casi desopilante. En ella se describe un futuro en el cual la forma más barata de vacacionar en otro planeta es intercambiar cuerpos con un alienígena. De esta manera uno puede alojar su mente en el cuerpo foráneo por un período de tiempo predeterminado, y disfrutar así de la vivencia de apreciar otro mundo con los sentidos de un nativo.

Es así como Marvin Flynn, el prota, decide que necesita traer variantes a su aburrida y cómoda vida, e intercambia cuerpos con un marciano de buena reputación, tal como figura en la base de datos de la agencia que presta el servicio: Agentes Otis, Blanders & Klent.

Una vez realizado el trueque, Flynn descubre que no le habían mentido: el cuerpo marciano de destino es sano, y los marcianos lo reciben estupendamente. Todo parece ir bien, salvo un detalle. El marciano que está usando su cuerpo en Nueva York es un estafador muy buscado por la justicia, que usa cuerpos ajenos para delinquir. En ese punto empieza la más delirante de las aventuras para el protagonista, que es forzado a abandonar el cuerpo que alquiló, y se ve obligado a tratar de conseguir cuerpos de seres de mundos lejanos hasta tratar de recobrar el suyo. Este esquema argumental le sirve a Sheckley para narrar situaciones que rayan en el absurdo.

Hay quienes dicen que la segunda mitad del libro pierde la frescura inicial, y que en ella se desdibuja la idea central. En cambio, yo veo que la suspensión del vertiginoso cambio de cuerpos y escenarios del comienzo da lugar a un hilarante elenco de personajes estrambóticos que desgranan un montón de teorías alocadas para explicar lo que le sucede a Marvin. Así, en la segunda mitad del libro hay diálogos muy graciosos. Por ejemplo:

"-No entiendo -le dijo Marvin a Valdés un rato después-. ¿Por qué todas estas personas me encuentran? No parece natural.
-No es natural -le aseguro Valdés-. Pero es inevitable, lo cual es mucho más importante.
-Quizá sea inevitable -dijo Marvin-. Pero también es sumamente improbable.
-Es verdad -convino Valdés-. Aunque nosotros preferimos llamarlo una 'probabilidad forzada', lo cual alude a un complemento indeterminado de la Teoría de la Búsqueda.
-Me temo que no entiendo -dijo Marvin.
-Bien, es bastante sencillo. La Teoría de la Búsqueda es una teoría pura; lo cual significa que en el papel funciona siempre, sin refutación inimaginable. Pero una vez que tomamos lo puro e ideal e intentamos realizar aplicaciones prácticas, nos topamos con dificultades, y la principal es el fenómeno de la indeterminación.. Por decirlo del modo más sencillo, lo que sucede es lo siguiente: la presencia de la teoría interfiere con el funcionamiento de la teoría. La teoría no puede tener en cuenta el hecho de su propia existencia.. Idealmente, la Teoría de la Búsqueda existe en un universo donde no hay Teoría de la Búsqueda. Pero en la práctica, que es lo que aquí nos interesa, la Teoría de la Búsqueda existe en un mundo donde hay una Teoría de la Búsqueda, lo cual produce lo que llamamos un efecto de 'reflejo' o 'duplicación'. Según algunos pensadores, existe el peligro de una 'duplicación infinita', por lo cual teoría se modifica a si misma sin cesar de acuerdo con previas modificaciones de la teoría por parte de la teoría, llegando al fin a un estado de entropía donde todas las posibilidades tienen el mismo valor..." 

Y así, encontramos un juego de numerosos sofismas y paradojas, todos concatenados de tal modo que la "ciencia" se halla en condiciones de asegurar que Marvin hallará su cuerpo y resolverá cada una de las contingencias que se le presentan en su aventura. Pero siempre por alguna razón la misma "ciencia" falla, y justificadamente, según algún nuevo razonamiento que anula una y otra vez le esperanza que el protagonista se fue forjando.

Mi ejemplar, editado dentro de la colección "Mundos imaginarios", de Plaza y Janés Editores, viene prologado por Brian Aldiss, lo cual le suma puntos extra a este libro hilarante.

Si lo leen, estoy seguro de que no los decepcionará. Aunque más seguro estoy de que no los decepcionará si no lo leen, porque idealmente el libro perfecto es El Libro Que Nadie Leyó Nunca, lo cual nos llevaría a deducir que tal libro, el libro perfecto, existe en un universo donde no hay lectores, pero donde sí hay escritores. Inmediatamente nos preguntamos: ¿para qué diablos habría escritores en un universo en el que no hay lectores? Y eso sólo sí conviniéramos en que tales escritores no sólo práctican su oficio sin persegur fin alguno, en balde, sino que también son escritores que no leen lo que escriben, a fin de no convertirse en lectores. (El lector es la antipartícula del escritor.). Allí, por lo tanto, no debería existir la reescritura, porque la reescritura implica lectura y relectura; y porque, como el supuesto fin de la reescritura es perfeccionar un texto, estaríamos frente a un absurdo: tratar de perfeccionar Un Libro Que Nadie Leerá Nunca es innecesario. Además es imposible perfeccionar lo perfecto. Por otra parte, el intento de perfeccionarlo ya lo sumiría en la imperfección, pues implica el deseo de que sea leído, lo cual haría que una potencial decepción del lector fuera probable...

(Ja. Podría seguir y seguir. ¡Mierda que es divertido tratar de emular a Sheckley! Aunque los resultados no sean los mismos, claro)

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 6 - Un libro de un Nobel

Acá me fue un poco difícil elegir. Y no porque tenga leída una chorrera de libros de autores premiados con el Nobel. Sucede que no fue sencillo para mí decidir entre dos de los tres autores -únicos tres-, en mi haber que cumplen con el requisito de la consigna de hoy: Albert Camus, Hermann Hesse y Ernest Hemingway. Del primero de este gran terceto, leí "La peste", una novela muy bien escrita, pero que me costó mucho terminar de leer. Del segundo leí varios libros. Los que más me impactaron son "Siddartha", "Demian", "El lobo estepario""Narciso y Goldmundo". "Demian" me pareció fabuloso, y "El lobo estepario" me voló la cabeza. Hesse es para leer a finales de la adolescencia, cuando uno necesita corroborar que sentirse solo, maldito e incomprendido es algo que suele sucederle a todo el mundo.

De don Hemingway sólo leí "El viejo y el mar". Mi elección se debatía entre este libro y alguno de Hesse. Pero cuando entendí que esta novela no me pareció fabulosa, ni me volo la cabeza, sino que había sido mucho más que eso en mi vida, me dí cuenta que tenía resuelto el dilema.

Lisa y llanamente, "El viejo y el mar" me conmovió hasta las lágrimas. Nunca había leído un libro que me provocara tal cosa, y que además lo hiciera con una prosa tan sencilla y a la vez tan profunda. (Recuerdo que lo terminé en un día, pero no de una sentada, por eso no entró en el día 1.) Y dífícilmente pueda decir que algún otro libro haya causado lo mismo en mí. La novela de Hemingway -triste y desoladora, pero también esperanzadora, con esa esperanza que se advierte bullir en el aire al finalizar una tormenta terrible, cuando el tímido sol se abre paso a través del cielo lavado para secar las gotas de las hojas y evaporar la humedad de las baldosas-, me llegó al corazón, y me cambió para siempre. Siempre me pregunté qué clarividencia del mundo y del espíritu humano uno tiene que alcanzar para poder escribir una obra como ésta, que terminó transformándose en una de las más importantes de la literaura contemporánea.

Por eso mi elección para el día 6 es "El viejo y el mar".

Desde luego que no pienso contar ni un ápice de la historia. ¡Léanla! Vale la pena.

(Gracias, Ernest. Te debo mucho.)

martes, 6 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 5 - Un libro de viajes

Para el día 5 mi elección es "El día de la creación" de J. G. Ballard. (Hoy no tengo tiempo ni ocurrencia para los preámbulos ingeniosos, así que ni modo.)

Ballard es un tipo que no merece presentación. Según mi manera de verlo, es el equivalente a nuestro Borges en la literatura inglesa (aunque Christopher Priest también es digno de tal parangón.) De alguna manera, en gran parte de la obra de Ballard está implicito el tema del viaje, encarado, básicamente, de dos formas. En primer lugar, tenemos el traslado geográfico y espiritual, de tipo iniciático, (aunque el "camino del héroe" ballardiano se torna denso y surreal, una travesía donde el héroe casi nunca vence a sus demonios, sino que más bien sucumbe a ellos, y en esa rendición pareciera haber alguna clase de autodescubrimiento redentor.) Y en segundo, la involución, mostrada como un proceso de retroceso del tiempo, de las formas de vida, del clima, y del bioma en general; y en la degradación o envejecimiento de las cosas; involución cuyo correlato en los personajes se da como un proceso interno y entrópico de regresión fisiológica y mental, en una suerte de embudo que casi siempre los lleva a alguna forma de locura o enajenación. Es muy interesante ver en las novelas o cuentos de Ballard como el escenario va mutando junto con los personajes.

En general, aquí podemos ver que el conflicto existente entre personaje y entorno, que toda buena ficción debe mostrar con maestría, no sólo es del clasíco tipo opositor. O sea, el personaje no sólo lucha contra el ciego Universo que degenera, sino que también lucha consigo mismo porque sabe que lo que pasa afuera puede revertirse desde adentro. O, cómo mínimo, explicarse.

Este esquema puede verse  en novelas como "En el mundo sumergido", "El mundo de cristal" y "La sequía"; y en relatos como "El hombre iluminado""Las voces del tiempo".

"El día de la creación" combina los dos tipos de viajes, y eso que no es una novela de CF. Una muy apretada síntesis sería ésta:

En Africa Central, en Port-La -Nouvelle, el doctor Mallory, médico de la OMS, trata de encargarse de la dirección de una clínica, en medio del conflicto entre la guerrilla local y las fuerzas militares del gobierno dictatorial de turno. Cuando la lucha armada arrasa con toda la región, que sufre constantemente la sequía, Mallory y los sobrevivientes se abocan a la reconstrucción. En su fervor humanitario, Mallory troca la medicina por una repentina y entusiasta afición por la hidrografía: al arrancar las enormes raíces de un árbol, desata las corrientes subterráneas de un acuífero desconocido, y decide abocarse a planificar el riego de la zona. Las aguas inundan todo el yermo y constituyen un río que trae vida y esplendor a la región.

¡Y entonces empieza el viaje! Porque Mallory termina obsesionándose con el río, al que los lugareños bautizan con su nombre. Es su río. Un río que es él mismo. Y decide robar una embarcación al capitán de la milicia para navegarlo, corriente arriba, a fin de descubrir su naciente. En ese difícil raid, deberá evitar a los militares que quieren recuperar sus pertenencias, ubicadas a bordo de la lancha; lidiar con un documentalista amarillista que pretende aprovecharse de la situación; soportar a las viudas de los guerrileros muertos, que buscan venganza; y enfrentarse a las sensaciones punzantes, (a veces paternales, y a veces de un tono erótico suarrelista y freudiano) que una y otra vez despierta en él Noon, una guerrilera adolescente, que empieza como polizonte pero termina como compañera de periplo.

El viaje es hipnótico. El libro de Ballard es muy bueno. Escribía muy bien, el desgraciado.

Encima, tengo gratísimos recuerdos de la época en la que lo leí: cada vez que terminaba de dar clases en el colegio, iba a almorzar a un restaurant ubicado en Beiró y Gualeguaychú, en Villa Devoto. Y mientras devoraba con avidez un "plato del día", al lado de la ventana a través de la cual me bañaba la luz de un sol otoñal, viajaba junto al doctor Mallory hacía la fuente del río, hacia el punto cero, la matriz, el final del arcoíris.