Bueno, en esta ocasión haré trampa (Por primera vez en el desafío, ¿eh? Que quede constancia)
Digo que haré trampa porque interpretaré la consigna a mi modo. "Que te haya motivado a visitar algún lugar" no significa necesariamente que uno haya visitado tal sitio. Basta con que el libro haya provocado el deseo de conocerlo, ¿no?
Si puedo torcer la premisa así, entonces tengo un libro que me hizo suspirar durante mi adolescencia por un país: Canadá. Más especificamente, me estoy refiriendo a la región del Lago Athabasca, y a las provincias de Alberta y Saskatchewan, uno de los sitios más hermosos de Norteamérica, según dicen los viajeros conocedores.
El libro en cuestión es "El bosque en llamas", de James Oliver Curwood, escrito en 1921. Esta novela fue mi primer libro propio, el cimiento de mi biblioteca. Me lo regalaron a los catorce años, más o menos, y viví momentos maravillosos leyéndolo y releyéndolo.

Se nota que Curwood, estadounidense, era un amante del lugar del mundo donde había nacido, en Michigan, la región de Los Grandes Lagos, la zona limítrofe entre Estados Unidos y Canadá. Literalmente, él hizo que me enamorara de esos lugares, descritos por él con tanta gracia y maravilla. Por eso, cuando la catástrofe se desata -un vasto incendio-, uno se muerde las uñas mientras lee, y no sólo por los personajes. Desde la primera vez que lo leí, me dije que quería conocer el Lago Athabasca y sus bosques. Algún día... Pero igual uno viaja al leer, ¿no? Benditas las imaginaciones del escritor y del lector, que trazan puentes en el espaciotiempo.
"El bosque en llamas" ha sido para mí una lectura de ésas que te marcan definitivamente. Hace un par de décadas que no lo releo. Tal vez algún día regrese a la región de Athabasca. Hace mucho que no paseo por allí.
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