En esta bitácora personal, un poco de todo aquello que me define. Impresiones, expresiones, descompresiones. CF, fantasía, terror. Música. Vida. Y otras yerbas...

jueves, 8 de septiembre de 2011

El reto de los treinta libros: día 7 - Un libro divertido

Me vinieron a la mente varios libros al ver la consigna del día 7: "Job: una comedia de justicia", de Robert Heinlein (del cual escribí una reseña para Forjadores); "Universo de locos" y "Marciano, vete a casa", ambos de Fredric Brown; "Historias de cronopios y famas", de Julio Cortázar; y por último, "Trueque mental", de Robert Scheckley.

Hoy me quedo con el de Scheckley. "Trueque mental" es una novela de ciencia ficción casi desopilante. En ella se describe un futuro en el cual la forma más barata de vacacionar en otro planeta es intercambiar cuerpos con un alienígena. De esta manera uno puede alojar su mente en el cuerpo foráneo por un período de tiempo predeterminado, y disfrutar así de la vivencia de apreciar otro mundo con los sentidos de un nativo.

Es así como Marvin Flynn, el prota, decide que necesita traer variantes a su aburrida y cómoda vida, e intercambia cuerpos con un marciano de buena reputación, tal como figura en la base de datos de la agencia que presta el servicio: Agentes Otis, Blanders & Klent.

Una vez realizado el trueque, Flynn descubre que no le habían mentido: el cuerpo marciano de destino es sano, y los marcianos lo reciben estupendamente. Todo parece ir bien, salvo un detalle. El marciano que está usando su cuerpo en Nueva York es un estafador muy buscado por la justicia, que usa cuerpos ajenos para delinquir. En ese punto empieza la más delirante de las aventuras para el protagonista, que es forzado a abandonar el cuerpo que alquiló, y se ve obligado a tratar de conseguir cuerpos de seres de mundos lejanos hasta tratar de recobrar el suyo. Este esquema argumental le sirve a Sheckley para narrar situaciones que rayan en el absurdo.

Hay quienes dicen que la segunda mitad del libro pierde la frescura inicial, y que en ella se desdibuja la idea central. En cambio, yo veo que la suspensión del vertiginoso cambio de cuerpos y escenarios del comienzo da lugar a un hilarante elenco de personajes estrambóticos que desgranan un montón de teorías alocadas para explicar lo que le sucede a Marvin. Así, en la segunda mitad del libro hay diálogos muy graciosos. Por ejemplo:

"-No entiendo -le dijo Marvin a Valdés un rato después-. ¿Por qué todas estas personas me encuentran? No parece natural.
-No es natural -le aseguro Valdés-. Pero es inevitable, lo cual es mucho más importante.
-Quizá sea inevitable -dijo Marvin-. Pero también es sumamente improbable.
-Es verdad -convino Valdés-. Aunque nosotros preferimos llamarlo una 'probabilidad forzada', lo cual alude a un complemento indeterminado de la Teoría de la Búsqueda.
-Me temo que no entiendo -dijo Marvin.
-Bien, es bastante sencillo. La Teoría de la Búsqueda es una teoría pura; lo cual significa que en el papel funciona siempre, sin refutación inimaginable. Pero una vez que tomamos lo puro e ideal e intentamos realizar aplicaciones prácticas, nos topamos con dificultades, y la principal es el fenómeno de la indeterminación.. Por decirlo del modo más sencillo, lo que sucede es lo siguiente: la presencia de la teoría interfiere con el funcionamiento de la teoría. La teoría no puede tener en cuenta el hecho de su propia existencia.. Idealmente, la Teoría de la Búsqueda existe en un universo donde no hay Teoría de la Búsqueda. Pero en la práctica, que es lo que aquí nos interesa, la Teoría de la Búsqueda existe en un mundo donde hay una Teoría de la Búsqueda, lo cual produce lo que llamamos un efecto de 'reflejo' o 'duplicación'. Según algunos pensadores, existe el peligro de una 'duplicación infinita', por lo cual teoría se modifica a si misma sin cesar de acuerdo con previas modificaciones de la teoría por parte de la teoría, llegando al fin a un estado de entropía donde todas las posibilidades tienen el mismo valor..." 

Y así, encontramos un juego de numerosos sofismas y paradojas, todos concatenados de tal modo que la "ciencia" se halla en condiciones de asegurar que Marvin hallará su cuerpo y resolverá cada una de las contingencias que se le presentan en su aventura. Pero siempre por alguna razón la misma "ciencia" falla, y justificadamente, según algún nuevo razonamiento que anula una y otra vez le esperanza que el protagonista se fue forjando.

Mi ejemplar, editado dentro de la colección "Mundos imaginarios", de Plaza y Janés Editores, viene prologado por Brian Aldiss, lo cual le suma puntos extra a este libro hilarante.

Si lo leen, estoy seguro de que no los decepcionará. Aunque más seguro estoy de que no los decepcionará si no lo leen, porque idealmente el libro perfecto es El Libro Que Nadie Leyó Nunca, lo cual nos llevaría a deducir que tal libro, el libro perfecto, existe en un universo donde no hay lectores, pero donde sí hay escritores. Inmediatamente nos preguntamos: ¿para qué diablos habría escritores en un universo en el que no hay lectores? Y eso sólo sí conviniéramos en que tales escritores no sólo práctican su oficio sin persegur fin alguno, en balde, sino que también son escritores que no leen lo que escriben, a fin de no convertirse en lectores. (El lector es la antipartícula del escritor.). Allí, por lo tanto, no debería existir la reescritura, porque la reescritura implica lectura y relectura; y porque, como el supuesto fin de la reescritura es perfeccionar un texto, estaríamos frente a un absurdo: tratar de perfeccionar Un Libro Que Nadie Leerá Nunca es innecesario. Además es imposible perfeccionar lo perfecto. Por otra parte, el intento de perfeccionarlo ya lo sumiría en la imperfección, pues implica el deseo de que sea leído, lo cual haría que una potencial decepción del lector fuera probable...

(Ja. Podría seguir y seguir. ¡Mierda que es divertido tratar de emular a Sheckley! Aunque los resultados no sean los mismos, claro)

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